Luego de Mask of Deception, llega Mask of Truth para concluir con la historia de Utawarerumono.
Dejando de lado que lleva varios intentos poder nombrar al juego sin confundirse, Utawarerumono tiene una particularidad en esta época. Es común ver juegos episódicos con cinco o seis capítulos, o sagas con secuelas que pueden o no estar bien conectadas. Desde el lanzamiento de Utawarerumono Mask of Deception, era sabido que iba a tener una secuela directa que concluía su historia en Mask of Truth. Esta estrategia de asegurar que la experiencia se termina en otra compra no es tan frecuente y únicamente me resuenan casos como Kill Bill o White Knight Chronicles
Por eso también se vuelve tan complicado analizar el juego sin repetir la review de su primera parte. Lo más probable es que si llegaste a este juego es porque te atrapó Mask of Deception, lo que te familiariza con el sistema de combate y la historia.
Una de las mayores críticas a la precuela, fue el comienzo lento lleno de clichés y momentos innecesarios que no aportaban nada ni a la historia ni al desarrollo de personajes. Por suerte, esta parte de la aventura comienza con una trama más madura en un ambiente que se puede considerar político.
A grandes rasgos, nuestro protagonista se encuentra al frente de una batalla contra un emperador opresor, teniendo que enfrentar todas las consecuencias -buenas y malas- de liderar el levantamiento y salir victorioso, que son mucho más profundas de lo que uno se podría imaginar.
El combate se desarrolla a través de rol táctico sobre un tablero como Disgaea o Final Fantasy Tactics, con la particularidad de que toma mucho mayor foco en la preparación previa y una estrategia en torno a pensar en un tablero chico, a diferencia de otros juegos de género donde nuestros ataques pueden afectar muchas casillas.
En esta secuela se agregaron diversos combos colaborativos entre nuestros personajes, tanto combos simples como ataques finales con pequeñas cinemáticas que los muestran.
Como exponente del género no será el más popular, pero cumple haciéndolo accesible para personas que nunca jugaron nada similar.
Que no quepa la menor duda: el pilar del juego es su historia larga y detallada, llena de pequeñas interacciones que traccionan el conflicto de fondo. La esencia es eso, saber que tenemos que dedicarle muchas horas a un juego que al final del día es gratificante siempre y cuando no nos molesten gráficos simples, con relativamente pocas escenas animadas e imágenes dibujadas para contarnos la historia.
Simple y conciso, este es un juego de nicho. Su peor falla es el contexto en el cual sale, con muchísimas ofertas que lo dejan bajo radar. Si tenés Vita y viajás o necesitás algo que te demande decenas y decenas de horas, es una buena opción; si no, mejor pasarlo de largo.