Crónicas de Tierra del Fuego: Lucía Castez, animadora

Porque tener la sede más austral de la Global Game Jam no fue suficiente, hay más actividades de videojuegos en Tierra del Fuego.

En la sede de Rio Grande de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego, a principios del pasado abril, tuvieron lugar talleres de programación y animación orientadas a videojuegos. Coordinados por Bruno Martínez (Chulengo Interactive) y apoyados desde la Subsecretaría de Juventud y la Fundación Argentina de Videojuegos, son los comienzos de una iniciativa que busca alentar la incursión en el aprendizaje y el desarrollo de estas facultades.

Estas capacitaciones estuvieron orientadas tanto para personas con conocimientos previos como para quienes buscaban incursionar en el desarrollo por primera vez, y, mientras que Luciano Pites (CatPot Games) se encargó de la parte de programación, fue Lucía Castez quien demostró su dominio sobre todo lo relacionado al diseño y la animación. Es precisamente el reporte de ella con el que contamos el día de hoy, presentado en su forma editada:

Cada vez hay más interés por el desarrollo de videojuegos.

“El fin de semana me invitaron a dar un taller intensivo de animación para videojuegos en Río Grande, por la iniciativa de Bruno Daniel Martinez y con el apoyo de la Subsecretaría de Juventud.

Previamente al viaje, traté de organizar y puntuar todo lo que me parecía importante saber para empezar. (…) Busqué referencias de trabajos míos, editables, también videojuegos que me gustan y que sirven para ejemplificar lo que vayamos viendo. Sirve mostrar cómo resuelven las cosas otros artistas, viendo juegos que algunos de ellos ya conocían.

Todos estaban empezando así que nos metimos a ver, desde las bases, géneros de videojuegos, estilos, técnicas de animación, herramientas, y después empezamos a trabajar en mi aliado Flash (sí, el superhéroe), que es un programa que recomiendo, sobre todo para empezar, porque es sencillo de aprender y tiene todas las herramientas para animación de alta calidad.

En esta parte es más difícil cuando son muchos, porque cada uno tiene sus tiempos. Y no está bueno que se queden colgados en una parte, porque después cuesta entender el resto. Al menos alcanzaron a ver las herramientas básicas, hicieron un ejercicio, y pude mostrarles recursos del programa que, si no se acuerdan, al menos ya saben que existen y para qué. Luego es cuestión de preguntar a don Google para recordarlo.

Traté de mostrarles mi manera de trabajar, todo lo que a mi me hubiese venido bárbaro que me muestren, y lo que creo que les va a servir para empezar. Aunque no se llegara a profundizar, que tuvieran un panorama de lo vinculado al desarrollo de videojuegos, arte, animación, modos de trabajo, etc.

El primer día no entraban en un aula, así que con Lucho tuvimos que dividir en dos turnos, para que nadie se quede afuera. Habremos estado 5 horas o más, pero todos seguían atentos y predispuestos hasta último momento, (…) explotamos ese tiempo lo que pudimos.

Eran alrededor de sesenta chicos y chicas, y todos muy predispuestos y atentos. Algunos traían sus compus, otros trabajaban con las de ahí, algunos venían solos, otros acompañados. Un grupo muy diverso, y eso es muy lindo en una clase. Eran de distintas edades, géneros, conocimientos.

“Que te faciliten todo esto ayuda a empezar,
y también marca un camino (…)”

Uno no es consciente hasta dónde puede afectar estas cosas. Yo arranqué con re pocas herramientas, y fui aprendiendo sobre la marcha. Que te faciliten todo esto ayuda a empezar, y también marca un camino, mostrarles que sí se puede hacer, incluso vivir de eso. Que está a su alcance. El saber es poder, y está bueno mostrarles que pueden hacer y llegar lejos con lo que hacen.

Más allá de que por ahí unos ya preferían ir por una especialidad, hacer un videojuego es una trabajo multidisciplinario, y para trabajar en equipo está bueno identificar cómo funcionan las otras partes para saber cómo conviene trabajar, cómo comunicarte, cómo preparar el material.

El caso que más me sorprendió, fue una de las alumnas, de 11 años que por un permiso especial había podido cursar, junto al acompañamiento de sus padres. Mientras su madre tomaba notas, ella aplicaba casi sin dificultad todo lo que íbamos viendo, y preguntaba cuando tenía alguna duda, mostrando que quería aprender al máximo.

Me quedé sorprendida y feliz de que tenga esa oportunidad y que pueda desarrollar sus capacidades desde tan chica, y de que los padres la estimulen y acompañen tanto en sus intereses. Al día siguiente, se puso a practicar, y me mandó su primer animación, el idle (estado de reposo) de un personaje, que diseñó y animó ella misma, y que ya tenía nivel “Newgrounds”. A este paso el año siguiente puede ella dar cursos, y al otro, gobernar el mundo.

Los chicos tienen que aprender técnica, el “cómo hacer”, pero  también tienen que aprender el ”por qué” y el “para qué”, para crecer integralmente. Si quieren hacer videojuegos, van a ser productores culturales, y tienen que saber que lo que hacen puede hacer la diferencia, y tienen que desarrollar pensamiento crítico, y saber desde dónde y con qué objetivo producir.

También los papás de Bruno nos cuidaron y nos hicieron canelones, la comida típica de Río Grande, y nos sacamos fotos sobre una trucha gigante, que es otro hit de la vida riograndense.

Espero que siga esta movida de cursos por doquier, seguir sumando gente al desarrollo de videojuegos y tener nuestra propia sala de patinaje.”

Señalar a estas actividades realizadas fuera de Buenos Aires como extraordinarias sería menospreciar seriamente a todos los esfuerzos que se logran en el resto del país. Pero es placentero de forma genuina encontrar oportunidades para que nuevas caras puedan acercarse a los videojuegos.

Compuesto de Videojuegos y de Letras por partes iguales, Alejandro se concentra en las historias desde chico. Busca establecer un ambiente optimista e invitar a que todos jueguen, pero pasa la mayor parte de su tiempo distrayéndose con fotos de perritos.