Assassin’s Creed Valhalla Review

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Una nueva iteración de la consagrada -aunque algo desdibujada- saga Assassin’s Creed. ¿Llega a su Valhalla? Enterate en nuestra review.

Cuando una saga como Assassin’s Creed llega a su iteración número 12 -número 23 si consideramos spin-offs y demás yerbas-, es probable que su consistencia y longevidad se vean desafiadas por el propio paso del tiempo. Esta encrucijada no es nueva en este caso: ya en 2017 Ubisoft optó por tomar nuevos rumbos en la jugabilidad y narrativa con Origins, cuya evolución encontramos en Odyssey y, este año, en Valhalla.

En esta oportunidad, como su nombre sugiere, encarnamos vía el archiconocido Animus a un guerrero nórdico en el siglo IX, unos 300 años antes del periplo de Altaïr. Un buen augurio de que nos encontraremos con algunas explicaciones que rellenan incógnitas de la trascendente guerra entre Asesinos (Los Ocultos) y Templarios (Orden de los Antiguos) -y de hecho, así es. En cuanto al presente, continuamos desentrañando la historia de Layla -quien sustituyó a Desmond hace rato- y notamos los esfuerzos argumentales para recuperar algo de consistencia entre los hechos acaecidos a lo largo de todos los juegos.

Más vikingo que esto, imposible.

La jugabilidad mantiene y pule aquellos elementos de RPG que trajeron un aire fresco a la saga en las dos iteraciones anteriores: mejoramos armas, desbloqueamos habilidades, optimizamos ataque, defensa y demás cualidades navegando entre números y estadísticas. No es sorpresa que el combate, habilidades y algunas novedades como las runas equipables evoquen notablemente la experiencia del último God of War, aunque a su vez desdibuja un poco la identidad de Assassin’s Creed, que desde hace varios años parece haberse reducido a una simulación -vaya ironía- de diversas épocas históricas. Desde ya, están presentes aquellos clásicos componentes como la daga escondida y el salto de águila, pero la impronta vikinga invita frecuentemente a una resolución más… directa. Curiosamente, al controlar a un personaje mucho más pesado que nuestro típico asesino rebosante de agilidad, los enfrentamientos vuelven a sentirse más cerrados tal y como ocurría en el estilo de antaño antes de la revitalización de 2017.

Estas contradicciones no quitan mérito a la excelente experiencia y maniobrabilidad que denotan una mejora desde aquellos primeros riesgos de Origins. Si a esto sumamos un apartado audiovisual admirable, lleno de profundidad y altura por sobre la geografía de territorios como Noruega e Inglaterra, nos encontramos ante una expansiva propuesta digna de recorrer.

¡Y vaya que es expansiva! Assassin’s Creed Valhalla no escatima en misiones principales y secundarias, monasterios para arrasar con nuestra tribu vikinga, artefactos romanos para recuperar, riquezas para robar y muchos secretos por descubrir. Los frutos de nuestra conquista territorial nos deja recursos que utilizaremos para expandir el asentamiento y multiplicar sus servicios. Son decenas y decenas de horas de contenido que, si bien se disfrutan con creces, da la sensación de que podrían sintetizarse en una experiencia más contenida. Nos preguntamos a menudo -y esto ya ocurría en Odyssey– si en verdad es necesario un territorio tan amplio y una oferta tan prolífica de aventuras para contar y representar esta misma historia.

En Assassin’s Creed Valhalla, como su nombre sugiere, encarnamos vía el archiconocido Animus a un guerrero nórdico en el siglo IX, unos 300 años antes del periplo de Altaïr.

Algo destacable es que, como siempre, la representación histórica está fielmente lograda -se nota el trabajo de investigación detrás- y encontramos actividades extra como una competencia entre empedernidos bebedores; bien nórdico todo. Asimismo, se exploran aristas menos conocidas y se derriban algunos mitos sobre los bárbaros del norte, mostrando las características de la diplomacia y rivalidades internas de estas culturas, que en el imaginario común muchas veces se reducen erróneamente a una violencia desenfrenada y poco racional. Eso sí: se extraña aún aquella enciclopedia tan educativa del Animus que documentaba con detalle cada locación insignia que descubríamos.

Contenido, abunda y sobra.

Lamentablemente, un aspecto que continúa relegado es el árbol de la Orden de los Antiguos que debemos eliminar, que se presenta como una gran actividad secundaria que, si bien es de los apartados más atractivos, la mayoría de sus miembros ya no se encuentran tan desarrollados en la historia principal como sucedía en las iteraciones clásicas.

En suma, Assassin’s Creed Valhalla es una grata experiencia que vale la pena recorrer. Su desbordante -y por momentos innecesario- contenido y parcialmente desdibujada identidad pueden ahuyentar a algunos jugadores -incluso fieles fanáticos de la franquicia. Aun así, su sólida presentación y jugabilidad destacan la enorme producción y dedicación que los desarrolladores continúan invirtiendo en una de las sagas más longevas de Ubisoft. ¿Se estará acercando a su fin, o digamos, a su Ragnarök?

Un árbol que recuerda a Path of Exile.

¿LO JUEGO?

Si te gustan los mundos abiertos que propone Assassin’s Creed y no estás empachado de la saga, dale para adelante.

Lo Bueno

  • Presentación audiovisual admirable, con una profundidad y altura destacables.
  • Recreación histórica inmersiva.
  • Diversidad de actividades atractivas.
  • La historia recupera algo de la consistencia perdida a lo largo de la saga.

Lo Malo

  • El contenido resulta abrumador y podría haberse sintetizado.
  • La identidad de Assassin’s Creed se sigue sintiendo algo desdibujada.
8.6

¡A no dejarlo pasar!

Un gamer que juega múltiples géneros en múltiples plataformas, Hugo -alias Beto- comenzó desde pequeño a incursionar en los videojuegos a través de joyas como Super Mario Bros., Pac-Man y Carmen Sandiego. Sus géneros predilectos son los RPG, los juegos de estrategia (RTS y 4X) y los puzzle. En su ámbito laboral, como profesor universitario en ciencias de la salud, incorpora analogías, alegorías y estrategias de enseñanza inspiradas en su experiencia videojueguil cuando ve la oportunidad. Por supuesto también difunde la religión Checkpointera en sus círculos académicos.