La nueva y tan esperada iteración de el marsupial favorito de la gente está entre nosotros y su versión optimizada a la nueva generación. Conocé más en nuestra review.
Crash Bandicoot finalmente volvió con una nueva entrega. Una secuela directa del Crash 3, que definitivamente sabe cómo seguir una identidad bien conseguida hace añares.
A pesar de que el juego tiene algunos meses en su haber, esta review se centra tanto en el juego holístico, como así también en los upgrades para la nueva generación.
En esta resurrección de la franquicia, Activision ya nos había traído remakes de los primeros tres juegos en N. Sane Trilogy y Nitro Team Racing. Ambos manteniendo la jugabilidad intacta, con un re-armado gráfico desde cero. Traigo esto a colación, ya que desde mi experiencia, el primer Crash resultó ser una experiencia mucho más desafiante que lo recordado, mientras los siguientes juegos rozaban lo fácil al punto de perder un poco cierta esencia.
Lo primero que se nota ya desde los niveles iniciales del juego es, justamente, el nivel de desafío alto que propone, lo cual está trabajado a un nivel sencillamente magnífico.
Por empezar, el juego nos permite elegir un modo clásico donde tenemos un número finito de vidas para usar por nivel, o el modo moderno donde podemos reiniciar desde cada checkpoint las veces que haga falta.
Este cambio no es un intento hueco de modernizarse, sino un aviso oculto de que la dificultad fue incrementada lo suficiente como para querer ir por el modo moderno. El nivel de plataformas está ajustado a un punto milimétrico, y errores de cálculo básicos o pequeños picos de ansiedad nos van a hacer perder más de la cuenta.
Lo “mágico” de la situación es que el diseño logra hacernos sentir que no es prueba y error, sino que no pudimos pasar el nivel por apurados; esta sensación se mantiene a lo largo de toda la aventura. Esto nos incentiva a seguir con cuidado, pero enojarnos cada vez que muramos y tengamos que reintentar, para luego encontrarnos con otra variable mal calculada y repitamos el proceso.
Este nivel de dificultad elevado, combinado con escenarios variados y detallados, hacen que sea sin dudas el mejor Crash hasta la fecha. Sumado a esto, si fallamos muchas veces en el mismo punto de control, el juegos nos proporcionará un Uka Uka para aguantar un golpe más o incluso nos dará más checkpoints intermedios. En la otra punta, cada nivel nos invita a rejugarlos para superar todos los desafíos y destrabar el 100% de los coleccionables y trajes. Esto se suele lograr superando los circuitos sin morir más de tres veces, encontrando los secretos, agarrando más del 80% de los duraznos y rompiendo todas las cajas.
En resumen, podemos encontrar un desafío jugoso si solamente queremos completar el juego una vez, y un tanque lleno de contenido si queremos completarlo al 100%.
El diseño de niveles no sólo es variado y muy dinámico, sino que todos los elementos nuevos supieron traer mecánicas novedosas que complementan las antiguas, sintiéndose parte de la esencia de Crash y no forzando incorporaciones externas en pos de sumar elementos.
Por poner dos ejemplos: ahora hay cajas que se encienden en llamas por unos segundos, y máscaras que nos dan temporalmente un poder, como congelar el tiempo para superar plataformas veloces. Estos elementos están bien repartidos y nos vamos a encontrar con sorpresas de principio a fin.
Hablando de sorpresas, Crash y Coco -que ahora cumple una función 100% de co-protagonista y se puede elegir en cualquier nivel- no son los únicos personajes jugables, y las incorporaciones traen a la mesa formas frescas de encarar los niveles. Se siente como un esfuerzo adicional que podrían no haber hecho para lograr un gran juego, pero de cualquier forma lo hicieron y lograron agregar mucho valor.
Gráficamente se ve impecable, en el sentido más directo de la palabra. El juego no deslumbra ni hace nada que impresione desde ningún punto de vista, pero lo limpio de cada gráfico que vemos en pantalla marca un buen estándar para lo que debería ser cualquier juego del estilo.
Los 4K y 60 fps de las versiones next-gen funcionan de maravillas, sacando unos pocos momentos de la aventura donde hay ralentizaciones que quedan muy evidenciadas, especialmente enmarcadas en la simpleza gráfica general de lo que sucede en pantalla, más en comparación con los verdaderos tanques gráficos de hoy en día.
Por último, la historia es simpática, aunque no sirve de mucho más que excusa para avanzar por los niveles e introducir los nuevos elementos jugables. Lo destacable es que a priori parece una caracterización simple de los personajes sin mucha sustancia, pero con el correr de los niveles vamos a ir encontrando cierto nivel de ironía ácida muy divertida, que denota un buen guión encubierto.
Luego de jugar N. Sane Trilogy, esperaba algo relativamente fácil, que fuera más un paseo nostálgico con elementos nuevos. Sin embargo, me encontré con un platformer con ese nivel de perfeccionismo presiso que denota el trabajo que se hizo por entender la esencia de Crash y llevarlo a su mejor exponente hasta la fecha.